Arieles 2013: Víctor Velázquez: Cine y postproducción a profundidad de campo

Para su consideración: Cobertura especial Ariel 2013

Por Ulises Pérez Mancilla

En plena adolescencia, Víctor Velázquez, postproductor nominado al Ariel por los efectos visuales de la película “Depositarios”, tenía a su cargo una revista de cómics y animación japonesa; así que cuando entró a la prepa, no se le hizo extraño que lo invitaran a trabajar en Estados Unidos a diseñar otra revista. Se fue a vivir a Atlanta un año: “No conocía a nadie y no sabía que hacer conmigo, puesto que era una revista bimestral y tenía mucho tiempo libre”.

Lo único que se le ocurrió fue ir al cine. Y ahí sucedió la magia: “pagaba un boleto y nadie revisaba las entradas así que me metía a más de una función, tenía 17 años y tenía todas las salas a mi disposición. ¡Veía prácticamente todas las películas! Llegaba a aventarme hasta cinco pelis al día, había días que había visto toda la cartelera y no había más que ver”.

Nominado al Ariel por los efectos visuales de la película “Depositarios”

Aburrido y lejos de su país, regresó un año después a México con la inquietud de que quería dedicar su vida a hacer películas. Entró a trabajar a una compañía postproductora y se metió a estudiar la prepa abierta. Mientras tanto, tomó unos talleres en Cinefilias, en Coyoacán, donde conoció a dos de sus futuros compañeros de generación: Alejandro Zuno (director) y Mario Guerrero (cinefotógrafo). Fue Mario quien lo convenció de entrar al CUEC y no al CCC.

La vida escolar en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM (CUEC) la define entre risas como “un pasón muy extraño”. Víctor, que comenzó a trabajar desde muy joven (aún en la escuela) mira su paso por la escuela de cine con una visión crítica: “entras pensando que vas a salir siendo la solución al cine mexicano… te crecen primero y luego te deshacen… vives en un universo que es muy irreal. No te das cuenta ni de las dimensiones del problema en el que estás a punto de meterte, ni de la situación real del cine.  Sientes que eres elegido y pues no, sales y te das de contra la pared muchísimas veces”.

Víctor piensa dirigir algún día. En su haber, tiene varios proyectos como director a futuro (uno de ellos titulado “Cuartos”): “A mí me gusta mucho postproducir. Darle continuidad a mi trabajo como postproductor me ha permitido seguir con mi ilusión del cine”. Esa es su visión, o como suele decir su novia, no es bueno poner todos los huevos en una misma canasta: “lo veo como un instrumento para llegar a lo otro… Hay que ayudar a sostener lo que uno quiere hacer con otra cosa, sobre todo en el cine, donde no se puede vivir la fantasía del escritor pobre”.

Para Víctor estudiar cine no es suficiente. Incluso una vez terminando la escuela, desde su punto de vista, “tienes que tomar la decisión de si te vas a dedicar en serio al cine o no. No sólo es sobrevivir al CUEC sino a la realidad, la mayoría de la gente busca una salida alterna a la realización. O eres productor, o fotógrafo, o editor”…

Así, cuando lo llamaron para hacerse cargo de la postproducción de su primera película (“Espiral, del CUEC) le pareció natural, porque paralelo a sus estudios, siguió trabajando como editor y en áreas de postproducción y Efectos visuales (… “con eso estaba yo sellando mi destino”…). Víctor ostenta hoy créditos como postproductor en películas como “La mitad del mundo” de Jaime Ruíz Ibáñez (donde también es el editor), “Las razones del corazón” de Arturo Ripstein, “Quebranto” de Roberto Fiesco y “Depositarios”, la película por la cual se encuentra nominado al Ariel junto con Alejandro Berea.

Víctor llegó a “Depositarios” a través del productor Mario Mandujano, a quien conoció mientras cursaba el segundo año del CUEC y con quien actualmente trabaja en la postproducción de la película “Un lobo en apuros” y en el material mulmedia de la obra de teatro “Hard Candy”. Anteriormente, le había editado unos cortos y fue de ahí que lo invitó a postproducir los efectos visuales de la película dirigida por Rodrigo Ordoñez.

“No es fácil levantar una película de ciencia ficción en este país, todo el mundo te ve raro. La película no se ha estrenado aún, creo que no es fácil digerir una cosa de ciencia ficción, todo el mundo tiene sus reservas. A pesar de que la película está bien lograda no le ha sido fácil encontrar su camino”. Víctor comparte el crédito con Alejandro Berea, quien tenía una experiencia previa en televisión y no en cine, así que parte de la labor de Velázquez fue empatar los formatos en que se realizó la película para terminar en 35mm: “la mayoría de las cosas y eso me parece un gran acierto, están hechas en set y casi todo es compuesto. Se tomaron elementos de imágenes reales y se compuso para lograr los efectos”.

La nominación al Ariel “no la esperaba, no tenía ni idea de que fuera a ocurrir pero me dio gustó, lo considero beneficioso en el sentido de lo que estoy intentando formar con mi empresa. Saber que sí tiene valor hacer una película de ciencia ficción más allá de lo difícil que sea”. Víctor me recibe en su oficina, en las instalaciones de “Aurea Estudio”, su recién inaugurada empresa de servicios de producción y postproducción para cine y televisión.

Víctor es un apasionado del cine pero a su vez, tiene una clara consciencia de lo que implica hacer películas: “El cine es un arte de grandes presupuestos. Siempre vas a gastar mucho más que lo que gasta un músico o un pintor para hacer tu arte”. Y es justamente esa responsabilidad tan precisa de lo que es construir un proyecto de cine es lo que lo lleva a disfrutar de un proceso que a pesar de no desarrollarse en el set, involucra mucho del resultado final de cómo queda plasmada la historia para la pantalla: “Tengo la oportunidad (a veces el martirio) de ver la película varias veces. En ocasiones hasta más que el director. A veces descubro cómo hay muchas cosas que como realizador crees que están, pero no del todo… Hay muchas cosas que damos por sentado, porque nuestra visión como realizadores es muy clara, la pones y sin duda, ahí está. El problema es que eso que tú pusiste se aclare para las personas que lo ven por primera vez”.

En ese sentido, en medio de una tradición nacional cinematográfica en la que lo último que importa es el espectador, Víctor dimensiona su labor como postproductor hacia la parte en que su trabajo ayuda a que el objetivo del director sea claro para el público. En retrospectiva, habla su experiencia pero también sus horas y horas como espectador adolescente frente a la pantalla grande (ese muchacho que saliendo de ver “Belleza americana” dijo: soy del cine):  “Hay un nivel de lectura que no es muy accesible para la gente que va a ver tu película una sola vez y la verdad es que sólo tienes una oportunidad para conquistar a las personas o hacer que te odien… El proceso me obliga a ver y entender todo lo que quería decir el realizador, pero también me ha dado la oportunidad de ver que hay muchas cosas que no se leen de primer impacto, y que se descuidan cuando uno está clavado en otras cosas. Me ha permitido identificar eso… Hay que cubrir esa primera parte, porque la gente no la va a valorar ni le va a dar una oportunidad”.

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