Por Javier González Rubio I.

El cine todo lo sabe y si no, lo inventa.  Y si no inventa la realidad, la recrea para
mostrarnos cómo es en verdad.  


Ninguna noticia ni reportaje en el mundo nos ha hecho
ver mejor que el cine el significado del  mundo de las drogas y la lucha contra el
narcotráfico.  En ocasiones lo ha hecho
con gran seriedad, y otras ha caído en la más pueril trivialidad. Ha sido
maniqueo también, sin embargo se ha ocupado del tema, y si algo nos ha dejado
en claro es que a pesar del final feliz en muchos casos, la guerra sigue. Los
policías ganadores triunfaron en una batalla; otros les seguirán en la lucha
porque los criminales se dan en maceta y película a película incrementan
notablemente sus recursos para el delito, la violencia y la corrupción.

En 1971, William Friedkin alcanzó los más altos
laureles cinematográficos con su espléndida French
Conection
. ¡Cuánto han cambiado las cosas! La película aun hoy mantiene un
impecable realismo, sin embargo los protagonistas han cambiado notablemente. En
esa película, el obsesivo y violento detective Jimmy Doyle (Gene Hackman) y su
compañero Buddy Russo (Roy Scheider) quieren detener al narcotraficante francés
Alain Charnier (Fernando Rey). Hacia el final de la película, Doyle mata por
error a otro policía y ni se inmuta: él quiere atrapar a Charnier, pero no lo
logra.  En la película los
narcotraficantes son franceses y los distribuidores pertenecen a la mafia
italiana. No hay un solo negro o latino de por medio. No entran en acción ni el
FBI ni la DEA; todo es una chamba de la policía de Nueva York.

Damos un brinco en el tiempo y caemos en las dos de Bad Boys dirigidas por Michael Bay en
1995 y 2003, protagonizadas por Will Smith y Lawrence Fishburne. Películas
violentas con detalles de comedia. El combate al narcotráfico como
entretenimiento. Se disparan más balas que en toda la guerra de Irak, aunque
mueren menos; los dos agentes de la DEA son superhéroes encantadores. No
importa el grado de trivialización para comprender que los narcotraficantes que
combatía Doyle eran de un colegio Montessori comparados a los que enfrentan los
personajes de Bay.

En medio, Steven Soderberg se alza como conciencia denunciante
y preocupada con su muy cuestionable y a la vez oscareada Traffic  (2000). En ella los
mexicanos quedan bastante mal parados como corruptos responsables de la
desgracia consumista de drogas de Estados Unidos a la que no escapa la propia
hija del que será “Zar antidrogas”, Robert Wakefiel (Michael Douglas). El
general mexicano Arturo Salazar (Tomas Milian) es el que controla el “bisnes”
en este lado de la frontera y del otro lado también un mexicano. ¡Pobres
gringos!

Las películas sobre el combate al narcotráfico son
mucho más numerosas, exitosas y de mayor presupuesto que aquellas referidas al
problema del consumo o de las zonas subterráneas del narco real. Por lo que al
consumo se refiere es inevitable recordar El
hombre del brazo de oro
, dirigida por Otto Preminger en 1955 y con Frank
Sinatra en el papel del baterista heroinómano. De ahí podemos dar un salto a Trainspotting, del celebérrimo inglés
Danny Boyle, en la que se muestra a un grupo de muchachos escoceses sumergidos
en la droga y todo lo que ello implica. No mencionamos El ocaso de una estrella, porque la historia transcurre en los años
30 y 40 cuando al parecer el consumo de drogas, heroína principalmente, era un
asunto de negros. Diana Ross interpretó con gran calidad a la cantante de blues
Billy Holliday de triste vida y triste final. En esta cinta el objetivo en sí
era narrar la vida de la cantante.

No podemos olvidar María llena eres de gracia (2004) de Joshua Marston, historia de
una jovencita colombiana que es usada para transportar droga en su cuerpo, algo
impensable para los elegantes narcos de French
Conection
que utilizaron un coche para llevar la droga de Marsella a Nueva
York; pero los cambios obedecen a que el consumo no disminuye, a los triunfos
del combate al narco y al surgimiento de nuevos narcos, un poco más
sofisticados y bastante más crueles. Ah, y a una pobreza creciente en América
Latina (no, perdón, esto no entra nunca en el esquema cinematográfico porque,
paradójicamente, tampoco entre en el esquema de la realidad que tienen los
combatientes).

El día que se acaben las películas sobre narco y
droga querrá decir que el conflicto se acabó o bien que dejó de ser interesante
para el público. Por lo pronto, el género, por llamarlo de alguna manera, se
enriquece y renueva día a día. Y se ganan batallas en una película y en otra,
pero siempre se cambia el casting y cada vez las historias son más violentas.
Como en la realidad que el cine recrea, reinventa.