Por Luy Mier

Se me sugirió como tema encontrar un vínculo entre arte y liderazgo.
Cine y liderazgo. Estos términos me parecieron de entrada complicados
de asociar. ¿Es posible hablar de liderazgo en el cine? ¿Hablar de
líderes entre los creadores? ¿Podemos ver a los cineastas de una forma
equivalente a como vemos a los empresarios exitosos?

¿Qué es lo primero que nos viene a la mente con ello?. Tal vez el
rostro de Steven Spielberg o de George Lucas. O Peter Jackson, el de El
Señor de los Anillos.  Acaso Homero Simpson. O Borat.

Pero volvamos mejor a Spielberg y Lucas. Ellos transformaron la
industria de Hollywood en los años setentas. Desde Tiburón o La Guerra
de las Galaxias el espectáculo cinematográfico adquirió nuevas
proporciones: grandes filas y filas de espectadores por el mundo,
recaudaciones jugosísimas, increíbles efectos especiales, presupuestos
multimillonarios, merchandasing: juguetes, t-shirs, memorabilia para
los coleccionistas y fanáticos del mundo.

El cine se transformó en un negocio global, multimillonario. ¿Debemos
considerar esos ejemplos como el modelo que todo aspirante a cineasta o
productor de cualquier parte del mundo debe aspirar a ser? ¿Es eso el
liderazgo dentro del cine? Tal vez sí, o tal vez no.

En alguna ocasión comentaba una joven estudiante de una escuela de cine
en el DF, una de las muchas nuevas que han surgido en los últimos años,
que ella quería hacer cine como Tim Burton ¿les gusta el cine de Tim
Burton? ¡Claro! A todos nos gusta. Sin embargo, cuando la conversación
giró hacia el cine mexicano, la joven estaba totalmente desinformada.
¡No veía cine mexicano! No sabía quiénes son quienes eran sus
directores más importantes, sus películas más significativas.

Me pareció que era bueno tener aspiraciones como el de esta joven.
Querer hacer cine como Tim Burton, qué bien. Pero lo malo es que ella
quería hacer cine así en México, en medio de condiciones adversas, con
pocos recursos, con una infraestructura menor. Se llevaría grandes
decepciones cuando pretenda hacer una adaptación de Charlie y la
fábrica de chocolates producida con dinero de la región 4. Quizás esta
joven tenga mucho futuro en California, pero aquí en México los
cineastas que más pesan son aquellos que han encontrado su camino en
medio de esas condiciones estrechas de la industria.

En ese orden, todos podríamos pensar que la brecha que hay que seguir
entonces es la que han abierto Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y
Alejandro González Iñárritu. Ellos comenzaron a filmar aquí, triunfaron
y se fueron. Ahora son unos prominentes cineastas internacionales. Tal
vez esa es la otra clase de liderazgo que hay que atender. Pero incluso
en su caso, hay que entender que lo más importante de su lado es la
sensibilidad, el talento y la creatividad.

Hablaremos de ellos también, aunque creo que vale la pena referirnos a
todos aquellos que siguen empeñados a costa de lo que sea a hacer cine
en México. Varios tienen también la sensibilidad y el talento de los
otros, la perseverancia y sobre todo la necesidad de contar historias,
de comunicar una serie de situaciones que se enlazan con nuestras vidas
por el simple hecho geográfico de hablar de la circunstancia del país
donde vivimos.

Es un deporte nacional hablar mal del cine mexicano. Es cierto que hay
cantidad, un océano de malas películas que dan el pretexto perfecto. No
lo vamos a negar. Pero también es un lugar común decir que el cine
mexicano sólo es el cine de ficheras, cuando no se ha hecho una
película de éstas !en 20 años!

¿Pero por qué diablos hay jóvenes cineastas que pretenden hacer cine en
México que les queda más o menos bien si existe el cine de Hollywood
que está mejor producido? ¿Por qué tener la necedad de contar una
historia mexicana que luego, en las salas, nadie entra a verlas? Muchos
a la hora de comprar el boleto pensamos: “bueno, me voy a gastar 50
pesos en ver una película… mejor una de Hollywood que una mexicana
¿no? A final de cuentas fue más costoso producir ésta que aquella otra
y nos la quieren vender igual”. Es un argumento legítimo.

Pero igual de legítimo es esto otro: nunca hay un sólo camino para el
arte, desde la experiencia del creador y del espectador. Así como
Hollywood hace grandes y espectaculares películas, también hace cine de
arte y cientos de churros al años.

No pongamos a competir churros contra churros porque tal vez perdamos.
Sin embargo, qué les parece si mejor examinamos lo más reciente que se
ha producido en México y encontramos esos casos de excepción que puedan
enriquecer nuestra perspectiva sobre nuestra cinematografía, sobre sus
creadores y que, al final, hasta nos animen a tomar el riesgo y entrar
a ver próximamente una película mexicana.

EL ESTADO DE NUESTRA INDUSTRIA

El cine nacional tuvo en 2007 un año favorable al crecer el número de
películas realizadas, la cifra de espectadores y el monto captado en
taquilla, según cifras del reporte anual de la Cámara Nacional de la
Industria Cinematográfica y del Videograma (CANACINE).

Se considera que los incentivos fiscales son la llave mágica para
incrementar
la producción fílmica en México y resolver así los problemas de la
industria. Además, varias películas nacionales han tenido éxito en
taquilla; se han coproducido proyectos realizados con países de América
Latina y Europa, y nuestros cineastas y producciones han recibido de
forma recurrente diferentes reconocimientos internacionales. Esas
digamos son las cuentas alegres que marcaron el
desarrollo del cine mexicano en 2007.
A pesar de que los miembros de la comunidad cinematográfica reconocen
que nos encontramos a medio camino hacia la meta de tener una industria
cinematográfica
competitiva –muchos suspiran sólo de imaginar una producción anual de
100 películas en México–, muchos coinciden en cierta tendencia
optimista, que se refleja en aspectos como el hecho de que las
posibilidades para filmar
cada vez son más abundantes, gracias a los esfuerzos del gobierno
federal en ese sentido.

Pero como ya es tradicional en México, una cosa son las palabras y
otras los hechos, además del tiempo político que se viva, pues si bien
hay mejores oportunidades de que los productores recuperen la inversión
de una película para poder filmar otra, también surgen nuevas
dificultades.

El contraste más reciente es la reducción del presupuesto en el sector
cultural –al cual pertenece el cine- que tendrá un impacto negativo
para el año 2009; además de que esta actividad seguirá formando parte
del TLC.

Aún así, las películas mexicanas continúan su evolución hacia un nivel
calidad internacional. El año pasado el público pudo ver propuestas más
amplias y diversas,
con títulos que fueron de “Luz silenciosa”, de Carlos Reygadas, que fue
premiada internacionalmente, o bien “El Violín” de Francisco Vargas.

También en 2007 tuvieron espacio propuestas más arriesgas como
“Sangre”, de Amat Escalante que se estrenó en el circuito cultural del
país, o bien “La Santa Muerte”, película de Paco del Toro, llena de
tremendismo.

A pesar de todo, México mantiene cierto liderazgo como industria a
nivel latinoamericano. En 2007 se registro un total de 174 millones 200
mil boletos para igual número de espectadores en el país, esto
significa un incremento del 5.6 por ciento, respecto al año pasado.

En un comparativo con otras naciones de la zona, Brasil por ejemplo,
registró en el mismo lapso 98 millones; Argentina, 30.9; Venezuela,
23.7, y Colombia 19.5. En México, la asistencia promedio por sala fue
de 442 mil asistentes; el país cuenta con un total de tres mil 936
pantallas.

A pesar de esos datos, halagadores para la industria fílmica nacional,
no se ha superado la asistencia que hubo en los años 80 en México.
Contra el optimismo que puedan provocar las cifras, hay un hecho que
todavía no se ha podido cambiar: el público mexicano promedio, no va ni
dos veces al año al cine.

GARBANZOS DE A LIBRA

El cine mexicano está hecho de garbanzos de a libra. En nuestro cine,
hay siempre un componente de sorpresa, algo que escapa de todo plan y
que trastorna los cálculos de los expertos. 

Probablemente en la semilla
de la improvisación está la virtud y el pecado que define mejor a
nuestro cine. Hasta ahora se sigue edificando fuera de control, sobre
la ambivalencia y el absurdo que gobierna en su interior.

El caso de este año ha sido, por ejemplo, La Misma Luna, que es la
historia de Un niño de nueve años, Carlitos, y su madre, Rosario, que
viven de forma paralela su propio drama en el esfuerzo por encontrarse
uno con el otro. Ella trabaja de manera ilegal en los Estados Unidos
con la esperanza de dar una vida mejor a su hijo, a quien ha dejado en
México al cuidado de su abuela. Tras la muerte de ésta lo deja
desamparado, Carlitos decide viajar a Estados Unidos para encontrar a
su madre. En su trayecto, conoce y traba amistad con Enrique, otro
emigrante que desea alcanzar el sueño americano.

En las primeras semanas de estreno, el total del boletaje acumulado
asciendía ya a más de 75 millones de pesos, con lo que supera así la
marca del filme “El laberinto del Fauno” que recaudó 75 millones, en
toda su corrida.

“La misma Luna”, protagonizada por Kate del Castillo y Eugenio Derbez,
no tenía ni un mes completo en taquilla y ya se había convertido en la
novena película mexicana más taquillera de todos los tiempos, arriba de
otros éxitos como “Cansada de besar sapos”, “La segunda noche” y
“Matando cabos”.
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El Top 10 de la películas mexicanas actualmente está conformado por “El
crimen del padre Amaro” (162 millones 556 mil 981 pesos); “Una película
de huevos” (142 millones 354 mil 507); “Kilómetro 31” (118 millones 852
mil 253) y “Sexo, pudor y lágrimas” (118 millones 033 mil 384).

Así como “Y tu mamá también” (103 millones 554 mil 877); “Amores
perros”, (95 millones 239 mil 041); “Niñas mal” (78 millones 690 mil
219); “Ladies night” (77 millones 641 mil 678); “La misma Luna” (75
millones 905 mil 605) y “El laberinto del Fauno” (75 millones 718 mil
718).
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EL CASO DE Y TU MAMÁ TAMBIÉN

Y tu Mamá También ha sido en México una película que da secuencia a un
cine capaz de tener calidad y un buen resultado en taquilla. La cinta
se estrenó en el extranjero causando reacciones que además de
interesantes fueron un negocio rentable para Anhelo, la productora de
la cinta dirigida por Alfonso Cuarón. Tal éxito, comenzó en nuestro
país, entre polémica, estrategia y arte.

Alfonso Cuarón estaba empezando el rodaje de la película y la
negociación para su lanzamiento se llevó a través de Anhelo
Producciones mediante el empresario Jorge Vergara, el dueño de
Omnilife, las Chivas y que es también un productor independiente de
Guadalajara. Luego la distribuidora multinacional 20thc Century Fox
tomó los derechos de distribución.

De entrada Alfonso ya era un director reconocido no sólo en México sino
en el extranjero. Ya había filmado en Hollywood Mimic, La Princesita…
El elenco de Y tu mamá… era muy interesante también: Gael García,
Maribel Verdú y Diego Luna.  La temática sonaba interesante, en un
principio se pensaba que era fuerte pero que podía funcionar.

El nombre del filme lo eligió el equipo de Cuarón. Ahora bien, era un
nombre chistoso. Durante la publicidad del filme fue posible jugar con
muchas cosas. Por ejemplo cuando se estrenó La Momia, hubo un anuncio
que decia “La Momia Regresa, Y Tu Mamá También”. Llamaba mucho la
atención. Fue muy interesante porque cuando la película se estrenó en
Estados Unidos no tradujeron el nombre, se exhibió como “Y Tu Mamá
También”, no como “And your Mother Too”.

Además de la película en sí, hubo dos cosas: el hecho de que tiene un
contenido polémico que se desató cuando le dieron clasificación C.
Cuarón agitó mucho a los medios con esta cuestión y lograron
calentarla. Esto desató mucha expectación. Siempre donde hay escándalo
la gente lo quiere ver.

Fue una campaña muy fuerte que costó alrededor de 8 millones de pesos.
Se invirtió en tele, radio, exteriores, y prensa. En una segunda etapa
se aprovechó la polémica de la clasificación con una campaña que hacía
referencia a ésta. Cauarón hizo unos spots de televisión, en donde
salía un papá tapándole los ojos al hijo y el locutor hacía burla de la
clasificación . Los jóvenes tenían mucha inquietud de saber por qué no
podían ver la película.

Es increíble cómo el cine influye en el público. Por ejemplo cuando se
estrenó Rocky pues la gente quería salir del cine para ir a entrenar.
Cuando salió Karate Kid, la gente practicaba el salto y las artes
marciales. En este caso se creó un nuevo término que inventó Cuarón,
los charolastras. El cine es un arma muy poderosa. Es muy efímero: dura
muy poco en cartelera, hace lo que tiene que hacer y luego desaparece.
Hay películas que dejan algo permanente en las personas. Lo mismo pasó
con Sexo Pudor y Lágrimas.

Y tu mamá… En taquilla hizo 10 millones de dólares y los costos de
producción fueron de 3 millones. Eso sin contar su lanzamiento en DVD,
el estreno en televisión y los cines en el extranjero.
Sin embargo, el filme no fue postulado para los Óscares. La Academia
mexicana decidió nominar a “Perfume de Violetas”. Aún así, ganó como la
mejor película extranjera por los Globos de Oro. De hecho Cuarón
publicó una nota fuerte en el Reforma en donde agradecía
sarcásticamente a la Academia mexicana no haberlo nominado. Luego de
esto, decidieron no participar en los Arieles.

Esto fue decisión de Anhelo la casa productora.
Estos éxitos suelen favorecer aunque sea temporalmente a toda la
industria del cine mexicano. Las distribuidoras se ponen a competir, a
veces deslealmente, por las películas mexicanas. Ahora inclusoo están
produciendo varias, sobre todo las de corte más ligero como casi Divas.
Hay un interés que antes no existía. Si alguien llevaba una película
mexicana a las distribuidoras lo corrían a patadas. Quizá Sexo Pudor y
Lágrimas fue una de las primeras en lograrlo.

EL CONTRAEJEMPLO DE EL VIOLÍN

Como contraejemplo a ello, hay que destacar el caso de El Violín. La
ópera prima de Francisco Vargas tuvo que ganar 36 premios
internacionales y ser parte de un creciente interés colectivo para
llegar a las salas comerciales del país. Incluso, primero se estreno en
Francia que en México, porque no encontraba una compañía que quisiera
distribuirla aquí, se le tenía poca fe a pesar de sus múltiples
galardones. Increíble ¿no?

El filme narra una emotiva historia sobre un anciano, Don Plutarco, su
hijo Genaro y su nieto Lucio, quienes llevan una doble vida. Por un
lado, son músicos campesinos y por otro, forman parte de un movimiento
guerrillero que planea levantarse en armas contra el gobierno opresor.

En un conferencia de prensa Francisco Vargas  divulgó ciertos
datos que hacen de su filme un fenómeno de taquilla que echa por tierra
los prejuicios en torno a los alcances del cine mexicano actual; la
película fue estrenada con 20 copias en la ciudad de México y superó la
prueba del mes en cartelera, periodo en el que 160 mil espectadores la
pudieron ver. Luego se estreno en 20 ciudades del país.

La recepción que tuvo la ópera prima de Francisco Vargas marcó un
camino a seguir por las producciones mexicanas en términos de
distribución. Empezaron a hacer un esquema diferente de distribución;
asociados con Canana Films, que sin ser distribuidores finalmente
decidieron sacar por cuenta propia las películas. Pretendían buscar
otras maneras de promocionar y distribuir su cine para que les vaya
bien, porque si les va bien a éstas hay posibilidad de que haya más
películas y se empiece a hacer una industria de verdad.

Desde su punto de vista, los esquemas de distribución están hechos de
tal forma que este tipo de filmes no encajan porque no tienen los
requisitos que otras tienen; que vienen con un presupuesto para
publicidad y que están estandarizadas en géneros que ya saben dónde
colocarlas como productos. Estas estructuras de distribución y
exhibición no están hechas para este tipo de películas.

Muchos consideran que la importancia de El violín debe medirse más que
por su éxito en taquilla, (modesto, pero éxito al fin) por las
repercusiones sociales que plantea. El director Francisco Vargas sentó
la pauta para la reflexión en torno a la militarización, derechos
humanos, derechos indígenas y cultura de los pueblos.
En la película destaca don Angel Tavira, músico tradicional que obtuvo
en el prestigiado Festival de Cannes el premio al mejor actor a pesar
de no tener una formación actoral, pero es quien encarna mucho de lo
que el director quiso rescatar en su filme.

FILMES PARA FESTIVALES

Otro caso sobresaliente es el de Carlos Reygadas. Él ha llamado la
atención de cinéfilos, cineastas y críticos no sólo por su continua
presencia en festivales y la repercusión que ello implica, también lo
ha hecho por su peculiar estética, donde el límite entre lo documental
y lo ficticio parece disolverse gracias al uso de mínima iluminación y,
sobre todo, a la utilización de actores no profesionales.

Reygadas ha estado presente en Cannes con los tres largometrajes que ha
filmado hasta ahora: Japón, ópera prima con la que obtuvo la mención
especial Cámara de Oro en el 2002; Batalla en el cielo, con la que
compitió por la Palma de Oro en el 2005, y Luz silenciosa, con la que
ganó el Premio del Jurado y compitió de nueva cuenta por la Palma de
Oro.

Con Luz silenciosa, a los habituales comentarios sobre su manera de
hacer cine se han añadido algunos sobre el entorno en el que el
realizador decidió situar una historia de amor e infidelidad, el
poblado chihuahuense de Cuauhtémoc, comunidad menonita del norte de
México. Los personajes hablan una variante de holandés y, en su intenso
drama, se confunde fácilmente su arraigo con México, pero sin duda,
guardado su universalidad.

NUEVA ASIGNATURA

¿Será que algo está pasando en lo que se refiere a la exhibición de
cine mexicano? En noviembre pasado, era de llamar la atención un hecho
poco frecuente, tal vez inédito en la última década, en un complejo
cinematográfico del DF: había cuatro películas mexicanas en exhibición,
en el mismo número de salas de las doce que tiene en total.

Las cintas eran: Morirse está en Hebreo, de Alejandro Springall; La
Leyenda de la Nahuala, de Ricardo Arnáiz; Eros, una Vez María, de Jesús
Magaña, y La Vida en Corto, una compilación de cortometrajes de varios
directores acoplados en una sola cinta.

Además, simultáneamente seguía la exhibición de otros filmes nacionales
en otras salas, como Luz Silenciosa, de Carlos Reygadas; Malos Hábitos,
de Simón Bross, y Hasta el Viento Tiene Miedo, de Gustavo Moheno. Por
si fuera poco, en esa temporada entraron en cartelera dos películas
más: el documental Fraude, México 2006, de Luis Mandoki, y Propiedad
Ajena, de Luis Vélez.

Antes de que acabara 2007, se estrenó otro conjunto, entre las cuales
figuraban Un Retrato de Diego, de Diego López y Gabriel Figueroa, y
Sultanes del Sur, de Alejandro Lozano.

Tal abundancia de títulos mexicanos permite sospechar que los números
de la exhibición del cine mexicano se están moviendo hacia arriba, una
tendencia natural que sigue el crecimiento marcado en los últimos años:
24 estrenos nacionales en 2005, 28 en 2006 y 43 en 2007.

Esto ha ido de la mano con el aumento en la producción nacional. En
2006 se produjeron más de 60 largometrajes y en 2007 70. Parece que el
número mágico en la producción es de ese orden, pues se dice que si se
produce una película cada semana del año se puede hablar ya de una
industria en forma, o sea que de 52 largometrajes en adelante todo es
ganancia.

Sería ganancia si se llegaran a estrenar todas, lo cual no sucede.
Existe un déficit en cuanto a la exhibición se refiere. En los seis
años del gobierno de Vicente Fox, se quedaron sin ser estrenadas 77
películas nacionales producidas en ese periodo, de un total de 213.

En el primer año de la administración del Imcine de Felipe Calderón,
quedarían presuntamente sin estrenarse unos 20 largometrajes, es decir,
una tercera parte aproximadamente de la producción nacional.

Habría que examinar la recaudación de cada una de las películas
mexicnas estrenadas, por ejemplo, las de  octubre y noviembre
pasados.  Son positivos en casos como Hasta el Viento Tiene Miedo
y La Leyenda de la Nahuala, pero poco alentadores para casi el resto de
los casos.

En suma, el hecho de que haya tantos estrenos recientemente parece más
bien una coyuntura accidental, resultado de las condiciones de las
temporadas, en la que s reducen los lanzamientos espectaculares de
Hollywood. En verano, nos daremos cuenta que no habrá espacio para el
cine mexicano, porque viene ya Indiana Jones y las otras
superproducciones.

La pregunta sigue entonces siendo la misma ¿está pasando algo de verdad
en la exhibición del cine mexicano, o todo es pura ilusión?

COMO CONCLUSIÓN

En el último año, los medios de comunicación han referido con
insistencia el exitoso camino de algunos cineastas mexicanos. Se habla
con satisfacción de los logros en festivales internacionales de casos
como Juan Carlos Rulfo y “En el hoyo”; de Francisco Vargas y “El
Violín”, de Gerardo Naranjo y “Drama/mex”, de actores como Gael García,
Diego Luna, Ana de la Reguera, Salma Hayek, Damián Alcázar. Se ha
ensalzado lo hecho en 2006 por Guillermo del Toro y “El Laberinto del
Fauno”, Alejandro González Iñárritu y “Babel” y Alfonso Cuarón y
“Children of men”.

En conjunto, se tiene la noción de que el cine mexicano pasa por un
buen momento, en el que coincide el talento de varios cineastas con la
presencia de buenos actores y la participación de productores que han
sabido capitalizar esta coyuntura.

Paradójicamente, las estadísticas no necesariamente confirman esta visión, como ya vimos anteriormente.

El cine mexicano es uno de los caudales más ricos de nuestra cultura
contemporánea, merced a que, mediante él, se logran expresar las
complejidades de nuestra sociedad y los entresijos de nuestra historia
y de nuestra identidad. El cine nacional es algo así como los reatrtos
de familia de todo el país. Bajo esta luz, la difusión de nuestra
cinematografía es una labor que contribuye a estimular, de un modo
estratégico, el interés colectivo para conocer más de nosotros mismos.

Así pues, existe el ánimo de la comunidad cinematográfica de crear una
sinergia para consolidar una industria de cine en México, castigada
severamente hasta casi su extinción en la década pasada.

Con la iniciativa de fortalecer e incentivar la producción de cine
mexicano a partir de la aprobación del artículo 226 de la Ley del ISR,
así como otras propuestas como la del Senado de crear un museo del cine
o la de Ambulante de impulsar la filmación de documentales, se está
dando las condiciones para que tenga continuidad el crecimiento de
nuestra cinematografía, para que sea un negocio rentable y para que se
pueda alcanzar un estándar de calidad de buen nivel que atraiga
permanentemente al público a las salas. En eso consistiría el iderazgo
que se requiere en el cine como industria. En cuanto a la creación, no
puede hablarse de liderazgo, sino de talento, de senbilidad, de
imaginación y de mucha perseverancia. Gracias